"Avanti Rafa, sempre avanti"

2013. Edison Cavani era vendido al multimillonario PSG por la estratosférica cifra de 64 millones de euros. A cambio, un entrenador que había ganado ya una Champions en aquel milagro de Estambul y tres jugadores de altísimo nivel. Rafa Benítez + Mertens-Albiol-Higuaín. Guiados por el capitán Hamsík, el objetivo estaba situado en la Champions. El Scudetto era una opción secundaria.
Pero ese ciclo ya se ha terminado. 2 años en los que el entrenador español ha dejado una huella, tanto sentimental como futbolística, bastante difícil de borrar. "El Nápoles de Benítez".
Extremos a pierna cambiada para "matar dos pájaros de un tiro": desdobles continuos de laterales y repliegue - recuperar la formación defensiva tras una pérdida de balón - para evitar, por ejemplo, un contraataque. Maggio jugaba de carrilero y Callejón parecía el sucesor de Robben.
En ese 4-2-3-1 tan clásico de Rafa, dos mediocentros de corte y arriba tres + uno en creación. Primero fueron Jorginho-Inler-Gargano y luego vino David López. Trabajo, sacrificio y fútbol. Y siempre buscando el emparejamiento 1x1 contra los centrocampistas rivales. Obstaculizar el juego posicional entra en los diez mandamientos. Pero no es definitorio de defensivo. Mertens - tan irregular como mágico - en banda con esa conexión con el mediocentro. Baja a recibir, habría espacios y Hamsik era libre. En el otro lado, Insigne debe madurar y Gabbiadini explotar.
Esa variante del 4-2-3-1 con el belga en banda y el 4-3-3 con el eslovaco de extremo. Polivalencia para sorprender sabiendo que el rival conoce tu sistema. Desorganizar al contrario para organizarte tú mismo. 
Callejón e Higuaín intercambiándose posiciones. Jugaban como si se tratara del patio del colegio. El español hacia fuera antes de recibir el balón y en diagonal hacia dentro con balón. El argentino caía a banda y arrastraba al central. No puedes dejar al "Pipita" sólo. Lo ha demostrado. 
La época de Benítez ya ha terminado. Pero solo en los "Azurris". Rafa empezará otro ciclo en el equipo de su vida.

Trabajo y regularidad como premisas

"Trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados". - Unai Emery Etxegoien.
Empezar construyendo la casa por las vigas porque será lo más importante. Terminarla con el tejado porque es lo que la dará el toque único.
Físico, solidaridad y la puntilla de calidad. El conjunto te hace invencible.
El doble pivote para sustentar, cortar y crear. Lo hizo en aquel Valencia de ensueño de la temporada 2011-2012 con Albelda y Tino Costa, sumándole la opción actual de Éver Banega.
Buscar dos líderes dentro de un bloque que no se rompe ante ninguna individualidad. Krychowiak y M'Bia + Banega. Músculo, corte, llegada, poderío físico y magia argentina. La "pócima del éxito". Emery busca el trivote para hacer jugar al trivote de arriba y ayudar al cuarteto de atrás.
El argentino como volante con balón, pero como tercer mediocentro a la hora de sacarle. El polaco como opción en cobertura y el camerunés como cierre. Índice contrario cuando se mira a portería. Banega como director de orquesta, M'Bia - bestia física en todos los sentidos - como llegador espontáneo y Krycowiak - elegante y noble en todas sus acciones - como hombre de apoyo. El trivote más la presencia de Iborra - balón aéreo, balón que baja - y la de Dénis Suárez - mezcla de un discreto Özil y un decidido Xavi - para acrecentar las opciones de manejar un partido. Reyes - "tiene cosas de Messi" - pone la puntilla desplegando la magia de una zurda que tardaremos mucho tiempo en volver a ver.
El bloqueo del mediocentro y un correcaminos incansable como Aleix Vidal - o este como lateral y la diagonal hacia dentro en banda de Banega - y la movilidad de Bacca.
Hacer el puzzle pieza por pieza para que sea él mismo el que se moldee. Unai Emery ha hecho historia. Lo ha hecho por segunda vez.


El dolor de caer de la cima

Sísifo. Aquel mito que hablaba de la condena de la eterna libertad; la obligación de subir la piedra una y otra vez para, al final, no avanzar en la montaña, pero tampoco poder rendirse y entonces ser aplastado por ella.
La historia de aquella fábula es insultantemente semejable al Manchester City. Aquella escuadra que subió como la espuma desde la tercera división del fútbol inglés. Touré, Silva, Agüero, Kompany y el sueño de conquistar Europa. Aunque no todo sale a pedir de boca. La Champions te borra al hacer mal un partido y la ahogante intensidad de la Premier League exige ese constante e inalcanzable - para todos aquellos equipos "medios" - estado físico-mental.
Zabaleta - muchos le dieron por acabado al empezar el proyecto del jeque - con Silva en el volante de creación y Agüero cayendo a banda - como jugada maestra - representan a este City. Toque, finalización y profundidad. Pero el hambre, las ganas de superación y el trabajo en equipo - insuficiente en la mitad de partidos grandes de los "Citizens" - tienen un peso análogo a las otras aptitudes. Pellegrini no arriesgó y el vacío de un capitán que se echara el equipo a las espaldas en todos los sentidos, tanto dentro como fuera del campo, restan magnitud a un proyecto que se construyó desde la luz y que ha caído - desde el punto de vista de sus objetivos - en la sombra de la decepción.
Calidad, individualismo y pegada. Ambición, colectivismo y solidaridad. El conjunto de todo es el único camino para alcanzar el prestigio que tanto ansían.


Destacar en el silencio

Extraordinario en el Mundial, utilizó el - sorprendente e inesperado - recorrido holandés para ser el escaparate perfecto para los grandes. Polivalente, con una increíble fortaleza física y una fastuosa finalización. Posiblemente, el jugador llamado a liderar "la Naranja Mecánica".
Poderoso en todos los aspectos, representa las aptitudes de la triada más influyente de esta década - RvP, Sneijder y Robben - como ninguno logró sombrear durante una larga época repleta de decepciones al caer en las últimas batallas. La velocidad de Arjen, la visión de Wesley y la finalización de Robin. Y ya sea de extremo, volante o en casos excepcionales, de mediocentro. 21 años y habiendo demostrado madurez, liderazgo y un futuro más que prometedor. Brutal. Un tres en uno que marcará una época en "los Tulipanes".
Zona de tres cuartos. Di María - excepcional cuando está centrado - y Mata como volante de arranque. Ronney para liderar y entonces, Memphis en derecha. Suena a Champions. Al United que deberíamos ver temporada sí y temporada también.
Sostenidos correctamente desde la zona central - Ander Herrera y Daley Blind para formar un dúo de achique y balón - manejan la - inevitable y obligada - opción de devolver a "los Diablos" a la cima y recuperar el trono dorado de Europa.

La maravilla de la individualidad

Hasta las barreras más infranqueables han caído ante los mejores guerreros. Leo Messi. Sí, el mejor jugador de la historia del fútbol. Pegamento en las botas y magia en la vista. El horizonte es el pase al pie, el regate de baldosa o el tiro cruzado. El niño que se descubrió gracias a su abuela.
Pero todo héroe sufre su evolución. Leo, de goleador nato a ostentoso creador. El argentino se ha convertido en todo un líder en tres cuartos de un Barcelona repleto de exentos rematadores - Neymar y Luis Suárez componiendo a los tres tenores - hace que la visión de Messi se engrandezca más todavía. 
De hecho, el trabajo de Luis Enrique hace del argentino la figura más estelar. Messi vuelve a la mediapunta, o al falso delantero, como en aquel Barça de Guardiola. Ney y Luis y una superioridad por dentro con un solo hombre. El atraer cinco jugadores y liberar a sus compañeros. ¿Es magia? Con los laterales de extremos, justo dos pasos por detrás de los delanteros. Leo aparece ahí. Diagonal del correcaminos Jordi Alba y entonces, el pase medido de Messi. Entrada y gol. El movimiento de un ejército dirigido por "el Coronel".
El mejor jugador de la historia del fútbol ha vuelto de los mismísimos infiernos. Vuelve a brillar como aquel que ya maravilló.