El dolor de caer de la cima

Sísifo. Aquel mito que hablaba de la condena de la eterna libertad; la obligación de subir la piedra una y otra vez para, al final, no avanzar en la montaña, pero tampoco poder rendirse y entonces ser aplastado por ella.
La historia de aquella fábula es insultantemente semejable al Manchester City. Aquella escuadra que subió como la espuma desde la tercera división del fútbol inglés. Touré, Silva, Agüero, Kompany y el sueño de conquistar Europa. Aunque no todo sale a pedir de boca. La Champions te borra al hacer mal un partido y la ahogante intensidad de la Premier League exige ese constante e inalcanzable - para todos aquellos equipos "medios" - estado físico-mental.
Zabaleta - muchos le dieron por acabado al empezar el proyecto del jeque - con Silva en el volante de creación y Agüero cayendo a banda - como jugada maestra - representan a este City. Toque, finalización y profundidad. Pero el hambre, las ganas de superación y el trabajo en equipo - insuficiente en la mitad de partidos grandes de los "Citizens" - tienen un peso análogo a las otras aptitudes. Pellegrini no arriesgó y el vacío de un capitán que se echara el equipo a las espaldas en todos los sentidos, tanto dentro como fuera del campo, restan magnitud a un proyecto que se construyó desde la luz y que ha caído - desde el punto de vista de sus objetivos - en la sombra de la decepción.
Calidad, individualismo y pegada. Ambición, colectivismo y solidaridad. El conjunto de todo es el único camino para alcanzar el prestigio que tanto ansían.