La maravilla de la individualidad

Hasta las barreras más infranqueables han caído ante los mejores guerreros. Leo Messi. Sí, el mejor jugador de la historia del fútbol. Pegamento en las botas y magia en la vista. El horizonte es el pase al pie, el regate de baldosa o el tiro cruzado. El niño que se descubrió gracias a su abuela.
Pero todo héroe sufre su evolución. Leo, de goleador nato a ostentoso creador. El argentino se ha convertido en todo un líder en tres cuartos de un Barcelona repleto de exentos rematadores - Neymar y Luis Suárez componiendo a los tres tenores - hace que la visión de Messi se engrandezca más todavía. 
De hecho, el trabajo de Luis Enrique hace del argentino la figura más estelar. Messi vuelve a la mediapunta, o al falso delantero, como en aquel Barça de Guardiola. Ney y Luis y una superioridad por dentro con un solo hombre. El atraer cinco jugadores y liberar a sus compañeros. ¿Es magia? Con los laterales de extremos, justo dos pasos por detrás de los delanteros. Leo aparece ahí. Diagonal del correcaminos Jordi Alba y entonces, el pase medido de Messi. Entrada y gol. El movimiento de un ejército dirigido por "el Coronel".
El mejor jugador de la historia del fútbol ha vuelto de los mismísimos infiernos. Vuelve a brillar como aquel que ya maravilló.